miércoles, 2 de marzo de 2011


Le bajo los tejanos y recorrió su vientre y los muslos con los labios. El tiempo se dilató, se volvió eterno, y luego se detuvo.
Justo ahora, pensó ella. En este momento.
Fue como si toda ella se abriera para él, y todo en ella fuera calor y entrega. Despacio, aunque su deseo empezó a mostrarse latente en su cuerpo, y con las manos la guió hasta el climax.
Contempló como el placer convertía sus ojos en dos cristales azules, y saboreó sus gemidos uniendo sus labios.
Cuando sus miradas volvieron a cruzarse, se quitó la ropa, la penetró y permaneció dentro de ella mientras sus cuerpos temblaban.
Ella pronunció su nombre en un único y largo suspiro, y se alzó para acogerlo.
No más preguntas, tan solo respuestas, una maravillosa respuesta con cada movimiento.
Le acarició la espalda y sus tersas nalgas, por el simple placer de hacerlo.

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