Esta vez los besos no gritaban "quiero tenerte entre mis piernas", esta vez esto se daba por hecho y los besos decían "sé que vas a quedarte". Cuando los besos dejaron la boca para dirigirse a una parte más intima simplemente disfruté y paseé mis frías manos por cada milimetro de su calida espalda, y una vez ahí el tiempo se paro por y para nosotros.
"Eres la única que no grita".